Una alumna del IES El Portillo, ganadora regional y finalista nacional del Concurso de Educación Cívico-Tributaria por segundo año consecutivo

El Instituto El Portillo de Zaragoza gana por segunda vez consecutiva el premio regional sobre el tema: “La carta a un defraudador”, y por tanto, queda finalista en la parte de Madrid, convocado por el Ministerio de Hacienda de la mano con el PEC (Programa de Educación cívico tributaria), que lleva más de 20 años desarrollando en toda España y buscando concienciar al alumnado sobre la prevención del fraude y a fomentar la responsabilidad ciudadana para poder disfrutar todos de los necesarios servicios públicos.

Mireia Lozano, alumna de Bachillerato del Instituto El Portillo de Zaragoza recibiendo el premio regional sobre el tema: “La carta a un defraudador”.

El IES El Portillo de Zaragoza involucra a sus alumnos de Economía a concienciar sobre los impuestos, intereses, fraudes fiscales, etc. La mejor forma de aprender a no caer en el error o a entender de lo que trata el tema es practicarla. Aprovechando que el año pasado una alumna de este centro ganó este mismo premio regional sobre la carta a un defraudador, el profesorado del Departamento de Economía no podía perder la oportunidad de enseñar a sus alumnos de primero de bachillerato a hacer esta carta y a vivir una experiencia única.

El profesor de Economía Jesús García Pradilla, decidió presentar el proyecto a sus alumnos, y ellos decidieron participar y aprender cómo se hace ese tipo de carta. A veces, cuando uno es adulto, no se da cuenta de las verdades y certezas que un adolescente puede decir, y que por ser joven, no se le toma en cuenta. La alumna que ha sido premiada se llama Mireia Lozano Tena, de segundo de Bachillerato de Ciencias Sociales del IES el Portillo. Esta joven, a la edad de 17 años, creó una carta que dejó perplejo al jurado.

Su carta se titula: “Los impuestos: el motor invisible que sostiene lo visible”. Esta carta explica los motivos positivos por los cuales existen los impuestos, que son como un motor oculto, de esos que no se ven pero que sin ellos todo se detendría. Gracias a ese engranaje silencioso funcionan los hospitales públicos, se paga a los maestros, etc. Ella cuenta cómo ve los impuestos y no los describe de forma infantil sino de forma práctica y eficiente. Mireia dice que un país sin impuestos no sería más libre; sería más frágil, más injusto y más caótico. 

El problema no es que existan sino que se usan mal. Por eso, además de pagarlos, también debemos exigir cuentas, transparencia y un sistema justo donde cada quien aporte según lo que tiene, no según lo que puede esconder. Esta joven piensa esto sobre los impuestos y muy lejos de la realidad no estará, cuando ha quedado finalista del premio nacional.

Mireia para defenderse y dar su visión crítica y en algún momento subjetiva,  comenta que, en lugar de ver los impuestos como un castigo, podríamos empezar a verlos como una inversión en algo más grande que nosotros mismos: una inversión en comunidad. Son una forma silenciosa de decir “me importa el lugar donde vivo”, “quiero que todos tengan acceso a lo básico”, “no me basta con estar bien yo, quiero que estemos bien todos”.

Esta joven con talento demuestra una vez más que los jóvenes tienen visión de futuro, que no les dan miedo los cambios, que ven posibilidades de mejorar el mundo pero para ello son necesarias herramientas como los impuestos. Para finalizar dice algo muy importante en su carta, que es posible que llegue a la gente : “La próxima vez que alguien diga odio pagar impuestos”, tal vez sea momento de responder: “a mí no me encanta, pero sí me importa”. Porque en cada aula encendida, en cada vacuna aplicada, en cada camino que une pueblos, hay una parte de todos nosotros. Y ese motor, aunque invisible sea, sigue sosteniendo todo lo que vale la pena ver “.

Opiniones hay muchas, verdades y falsedades por suerte o desgracia también, pero ella siendo joven, tiene este punto crítico. Animemos a más jóvenes y a más centros, a participar en actos como este, ya que como bien dice Mireia: “No te ayudas a ti, si no a todos”.

Noa Raja Álvarez (1°Bachillerato C 2025-26, IES El Portillo, Zaragoza).

Mireia Lozano, alumna de Bachillerato del Instituto El Portillo de Zaragoza recibiendo el diploma de finalista nacional sobre el tema: “La carta a un defraudador”.

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Y si quieres leer la carta completa de Mireia Lozano, sigue leyendo…

LOS IMPUESTOS: EL MOTOR INVISIBLE QUE SOSTIENE LO VISIBLE

Hay cosas que usamos todos los días y que, sin embargo, parecen no tener dueño. El semáforo que ordena el tráfico, el parque donde juegan los niños, el alumbrado que nos acompaña de noche. Nadie firma esos servicios, no tienen logo ni eslogan. Están ahí, simplemente, como si fueran parte del paisaje. Pero no lo son. Todo eso, y mucho más, es posible gracias a algo que pocos celebran y muchos critican: los impuestos.

    Los impuestos son como un motor oculto, de esos que no se ven pero que sin ellos todo se detendría. Gracias a ese engranaje silencioso funcionan los hospitales públicos, se mantiene la seguridad, se paga a los maestros y se levantan puentes. No es magia ni buena voluntad: es cooperación organizada. Es la suma de pequeñas partes que logra algo grande para todos.

    Y sí, pagar impuestos puede doler. A veces parece que el dinero desaparece sin dejar rastro. Pero cuando nos detenemos a mirar con atención, lo encontramos en las vacunas gratuitas, en la biblioteca del barrio, en los bomberos que acuden a una emergencia sin preguntar cuánto puedes pagar. Ahí está nuestro dinero, transformado en servicios, en protección, en oportunidades.

    Un país sin impuestos no sería más libre; sería más frágil, más injusto, más caótico. El problema no es que existan, sino que se usen mal. Por eso, además de pagarlos, también debemos exigir cuentas, transparencia, y un sistema justo donde cada quien aporte según lo que tiene, no según lo que puede esconder.

    En lugar de ver los impuestos como un castigo, podríamos empezar a verlos como una inversión en algo más grande que nosotros mismos: una inversión en comunidad. Son una forma silenciosa de decir “me importa el lugar donde vivo”, “quiero que todos tengan acceso a lo básico”, “no me basta con estar bien yo, quiero que estemos bien todos”.

    Así que la próxima vez que alguien diga “odio pagar impuestos”, tal vez sea momento de responder: “a mí no me encanta, pero sí me importa”. Porque en cada aula encendida, en cada vacuna aplicada, en cada camino que une pueblos, hay una parte de todos nosotros. Y ese motor, aunque invisible, sigue sosteniendo todo lo que vale la pena ver.

Mireia Lozano Tena (1º Bachillerato Ciencias Sociales 2024-25, IES El Portillo, Zaragoza).

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